sábado, 23 de enero de 2016

EL ÚLTIMO SACRIFICIO DE UN CORAZÓN REBELDE

 El sacrificio de Dominique Venner en Notre Dame




"harán falta gestos espectaculares y simbólicos para despertar las conciencias anestesiadas"
“Mientras muchos hombres son esclavos de sus vidas, mi gesto encarna una voluntad ética. Yo doy la muerte para despertar la conciencia dormida. Me rebelo contra el destino. Protesto contra lo que envenena el alma y al individuo, contra los deseos invasores que destruyen nuestra identidad, incluido la familia,base de nuestra civilización milenaria. Mientras yo defiendo la identidad de todos los pueblos, también me rebelo contra el delito de reemplazar nuestro pueblo.”



A las 16:00 del martes 21 de Mayo, el gran ensayista e historiador, Dominique Venner decidió poner fin a sus días; había desayunado con algunos amigos cercanos y escrito un texto en su página web así como una nota explicativa.

Con la determinación que fue uno de sus puntos fuertes, se dirigió hacia el lugar altamente sagrado que es la Catedral de Notre Dame y puso fin a sus días.

Séneca en la antigüedad y Mishima o Montherlant en el siglo pasado eligieron el mismo final.

Grandeza sin decadencia; dueño de su destino; valentía y lucidez.

Declaraciones de Dominique Venner:

Estoy sano de cuerpo y espíritu, amado por mi mujer y mis hijos. Amo la vida y no espero más que la perpetuación de mi raza y de mi espíritu. A pesar de esto, ante los inmensos peligros para mi patria francesa y europea, tengo el deber de actuar mientras aun me queden fuerzas. Creo necesario sacrificarme para romper el letargo que nos aprisiona. He elegido un lugar altamente simbólico, la catedral de Notre Dame, construida por mis antepasados sobre lugares de cultos de orígenes inmemoriales.

Mientras tantos hombres se hacen esclavos de sus vidas, mi gesto encarna una ética de voluntad. Me doy muerte con esperanza de despertar conciencias dormidas. Me rebelo contra la fatalidad, los venenos del alma, y los deseos individuales que destruyen nuestras raíces identitarias como lo es la familia, fundamento de nuestra milenaria civilización.

Mientras defiendo la identidad de todos los pueblos, me rebelo contra el crimen de querer reemplazar los nuestros.
Pido perdón a todo los que sufrirán por mi partida, primero a mi mujer y a mis hijos así como a mis amigos. Pero una vez pasado el dolor, no dudo que entenderán mi gesto y que el dolor se transformara en orgullo.
NO LO OLVIDEMOS NUNCA!

El neoliberalismo es la muerte


Pedro Casaldáliga




La palabra de orden, hoy, en América Latina, el Caribe y el mundo es «neoliberalismo», con las consecuencias más dramáticas para el Tercer Mundo. No podemos olvidar que el neoliberalismo continúa siendo el capitalismo. A veces se olvida esto.

Me preguntan qué puede decir o hacer la Iglesia ante el neoliberalismo. Yo, recordando los consejos de nuestros antiguos catecismos («contra pereza, diligencia; contra gula, abstinencia...) respondo: «contra el neoliberalismo, la siempre nueva liberación».

El neoliberalismo es el capitalismo transnacional llevado al extremo. El mundo convertido en mercado al servicio del capital hecho dios y razón de ser. En segundo lugar, el neoliberalismo implica la desresponsabilización del Estado, que debería ser el agente representativo de la colectividad nacional, agente de servicios públicos. Al desresponsabilizar al Estado, de hecho se desresponsabiliza la sociedad. Deja de existir la sociedad y pasa a prevalecer lo privado, la competencia de los intereses privados.

La privatización no deja de ser el extremo de la propiedad privada que, de privada, pasa a ser privativa, y de privativa a privadora de la vida de los otros, de las mayorías. La privatización es privilegización, selección de una minoría privilegiada que, ésa sí, merece vivir, y vivir bien...

Esta es doctrina de los teólogos del neoliberalismo: el 15% de la humanidad tiene derecho a vivir y a vivir bien; el resto que se las arregle... Al contrario de lo que dice la Biblia, de que es el “resto de Israel”, resto de pobres, quien debe abrir caminos de vida y esperanza para las mayorías.

El neoliberalismo es la marginación fría de la mayoría sobrante. O sea, salimos de la dominación hacia la exclusión. Y, como se suele decir, hoy ser explotado es un privilegio, porque muchos ni siquiera alcanzan la - condición- de explotados, ya que no tienen ni empleo. Estamos viviendo entonces lo que se llama un «maltusianismo» social, que prohíbe la vida de las mayorías.

El neoliberalismo es también la negación de la utopía y de toda posible alternativa. Es conocida la expresión de Fukuyama: el fin de la historia», el no va más de la historia...

Es también la mentira institucionalizada, con base en la modernidad, de la técnica, de la libertad y de la democracia. Bellos nombres que deberían tener su auténtico valor, pero que son manipulados y tergiversados. Se trata de una modernidad que ya es posmodernidad, en el Primer Mundo, y una técnica que es puesta como valor absoluto, en función del lucro, y una pseudolibertad y una pseudodemocracia.

En América Latina salimos de las dictaduras para caer en las -democraduras-. Es bueno recordarla palabra lúcida del teólogo español González Faus -que ya ha venido varias veces a América Latina- al decir que, así como el colectivismo dictatorial es la degeneración de la colectividad y la negación de la persona, el individualismo neoliberal es la degeneración de la persona y la negación de la comunidad. El individualismo egoísta degenera la persona, que, por definición, debería ser relación y complementación con los otros. Este individualismo neoliberal es, pues, la degeneración de la comunidad, que es participación y compartimiento.

Como Iglesia, como cristianos, delante de esta bestia fiera del neoliberalismo, es necesario que proclamemos y sirvamos del Dios de la Vida.

Hoy, más que nunca, la Teología de la Liberación, la Pastoral de la Liberación y la Espiritualidad de la Liberación, proclaman, afirman y celebran y practican el Dios de la Vida. Se trata también de promoverla responsabilidad y la corresponsabilidad de las personas y de las instituciones sociales y de la propia Iglesia, a todos los niveles. El mandamiento de Jesús vivido en la vida diaria, política e institucionalizada. La opción por los pobres, muy definida por las mayorías. Jesús mismo la formula diciendo: He venido para que tengan vida y la tengan en abundancia».

Y la afirmación de la utopía, que refuerza la esperanza en la acogida y en el servicio, ya, aquí y ahora, estimulando y posibilitando la presencia y la acción de los nuevos sujetos emergentes (el mundo indígena, el mundo negro, la mujer, la juventud), el protagonismo de los laicos, el protagonismo de los pobres. Esta es la política del Evangelio de Jesús.

La verdad nos hace libres y la transparencia de vida debe aparecer como testimonio. En términos de Iglesia, esto se traduce muy bien en la Teología y en la Espiritualidad de la liberación, en las comunidades de base, en las pastorales específicas que actúan en esas fajas más prohibidas y más marginadas, por la Biblia en las manos del pueblo, la Pastoral de la Frontera, la Pastoral de la Consolación y la Pastoral del Acompañamiento. Y también, más recientemente, por la Pastoral de la Sobrevivencia, sin caer en el pragmatismo asistencialista que podría hacer nuevamente que el pueblo olvidase las estructuras, las causas, los derechos...

Por otra parte hay una decepción bastante generalizada con relación a los políticos. Todas las personas conscientes piden otros políticos. Los partidos están desprestigiados, en muchos lugares. Muchos sectores quieren incluso prescindir de los partidos. Piensan más en alianzas de tipo movimiento popular. Tampoco podemos caer en el peligro de diluir la conciencia, la resistencia y la organización, y seguir dominados por fuerzas que tienen en sus manos el dinero, los medios de comunicación y los puestos políticos.

Pero no hay duda de que, bajo el poder del capital neoliberal, representado por el FMI y por el Banco Mundial, la alianza de esos políticos de marketing, al servicio del mismo neoliberalismo y ante la impotencia de amplios sectores de las fuerzas populares, es de temer que se repitan, con algunos retoques, las elecciones de años anteriores y hasta de siglos atrás...

La táctica en todas partes es la misma. Las promesas, los programas... acaban siendo los mismos. Los partidos conocen muy bien las necesidades del pueblo y saben programar soluciones, teóricamente...

Pero la deuda externa continúa siendo la sangría de nuestros pueblos. Sigue siendo el gobierno real de nuestras democracias. No son nuestras Constituciones las que mandan; es la deuda externa. Los presidentes y los ministros de hacienda de nuestros países son representantes del FMI. La deuda externa, con el pago de los intereses, es lo que condiciona los salarios, los servicios públicos...

Mientras no resolvamos este problema, es prácticamente imposible imaginar una economía democrática en nuestros países de tercer mundo. Y, evidentemente, no será el neoliberalismo el que resuelva el problema de la deuda externa...

EL SISTEMA: Historia y metodología de un mesianismo del siglo XXI






IDENTIDADYTRADICION - 23 DE FEBRERO DE 2012 - 23:39





Antecedentes
A pesar del crack de 1929, consecuencia de la excesiva fe en la autorregulación del sistema capitalista, la economía de mercado acabó imponiéndose como modelo económico en el mundo occidental. Y ello porque el sistema comunista se había revelado un modelo muy pobre de economía dirigida, y aunque el sistema comunista no era el único modelo posible, el capitalismo prefirió maldecir toda posibilidad de economía dirigida y cerrar los ojos a otras alternativas. Aún hoy, en las escuelas de económicas, se trata el tema muy de pasada, como con vergüenza. Se cita simplemente señalando todos sus defectos y ninguna de sus virtudes; y manteniendo al comunismo como único exponente de dicha economía.

Basta con sugerir a cualquier licenciado en ciencias económicas el tema de la intervención estatal, para que tome inmediatamente una postura defensiva; como si se hubiera nombrado al diablo, como si hubiera oído una blasfemia. Se diría que salen de las facultades de económicas programados, condicionados a reaccionar ante el tema. Para cualquier economista, un sistema de economía dirigida es simplemente impensable, inimaginable; un sistema así no puede funcionar; no puede funcionar y punto, sin más argumentos. Éste es un dogma de fe. El estado no debe intervenir en los asuntos de la economía.

Y sin embargo, la llamada “economía libre”, la economía de mercado, no es ni mucho menos libre. Si algo nos enseña la experiencia, es que las cosas sin ningún control son el camino más corto al desastre; que un coche sin conductor es garantía de accidente; y sin embargo se insiste en que el sistema ha de tener libertad para autorregularse. Pero, ¿por qué la economía libre no marcha hacia el caos?, ¿cómo es que el sistema, a pesar de no tener ningún control, funciona?

La respuesta es sencilla. Porque sí que hay un control, porque, por mucho que pese a los economistas, la economía libre no existe. La llamada “economía libre”, no es sino economía dirigida por elementos ajenos al Estado. Ahí está el truco, ésa y no otra es la solución del enigma. Aunque no veamos al conductor, nuestro coche de la economía, no se conduce solo, sino más bien por control remoto.


Ahora bien, ¿no suena muy peligroso eso de una economía dirigida por elementos ajenos al estado? Sí, suena muy peligroso y de hecho lo es; de ahí que se recurra al eufemismo de “economía libre” o “economía de mercado”.


¿Quiénes son esos “elementos ajenos al estado”? Es la pregunta que surge inmediatamente por lógica consecuencia. La respuesta a esta pregunta, ha sido por sí sola tema de multitud de libros, así que no es fácil de contestar en el marco de este modesto artículo. Para simplificar diremos que en una primera escala, los bancos centrales, que a pesar de lo que crea el lector, son entidades privadas muy lejos de estar bajo el control del Estado (1).

Además de los bancos centrales, se cuentan entre los directores de la economía, las grandes multinacionales y los trusts financieros; es decir, que los economistas que se tiran de los pelos cuando se les habla de intervención del estado, ven perfectamente normal la, más que intervención, dirección de unas pocas entidades privadas en algo tan de interés común como es la economía nacional.


Si la economía (el dinero) está en manos privadas, ¿qué habremos de decir del poder? Insultaría la inteligencia del lector el recordarle que jamás han andado muy lejos el uno de la otra. Así, a los Estados, que dependen de los créditos de los bancos centrales, y que acumulan año tras año y desde hace más de siglo y medio una deuda que jamás podrán pagar, poca soberanía real les queda. El Estado político, soberano en su territorio y con un proyecto vital (una política real) que ofrecer a sus súbditos ha quedado en el olvido. Los estados modernos ceden soberanía a marchas forzadas, a entidades privadas (bancos centrales, etc.) a organismos internacionales (ONU, UE, recientemente al tribunal penal internacional, etc.). Y por último, en su afán de sacudirse el poder de encima, a los juristas. Nace así el estado de derecho. Si, como hemos visto la frase “el banco de España” habría que traducirla por “España del banco”, “el estado de derecho” también tendría una traducción más exacta: “el estado prisionero del derecho” el estado sujeto, prisionero de constituciones y leyes que le restan la poca capacidad de maniobra política que pudiera quedarle. Así, lo que antiguamente se llamaba el gobierno, hoy recibe el benévolo nombre de “administración del estado”, ésa es su función; administrar el capital recaudado mediante los impuestos (o lo que el pago de la deuda deja de él). Súmense uno tras otro todos los países del área capitalista que funcionan de este modo, redúzcanse a unas pocas organizaciones internacionales y vean cuánto se allana el camino hacia el gobierno mundial.


El final de la II Guerra mundial, supuso el fin de las naciones (incluso de las vencedoras) La política nacional fue sustituida por la política de bloques. De repente, los antiguos aliados se divorcian, y el mundo se encuentra dividido en dos: el bloque Occidental capitalista (los buenos) y el Oriental comunista (los malos) (2) más una serie de estados periféricos no alineados. Durante casi cincuenta años hemos vivido aguantando carros y carretas con el consuelo de que por lo menos vivíamos de la mejor forma posible (no en el mejor sistema pero sí en el menos malo) con el consuelo de que los del otro lado del telón de acero vivían peor, con menos libertades teóricas y sin garantías constitucionales (es muy importante tener el amparo de los derechos, ya que si bien en un estado democrático uno puede no tener ni vivienda, ni trabajo, nadie le negará jamás el derecho a tenerlos, cosa que en una dictadura sí ocurre. El matiz es importante).


Así, volviendo al tema y para resumir, el caos que suponía multitud de estados soberanos, cada uno con su propia política y su propia voluntad (lo que a la postre daba ocasión a innumerables guerras) quedó resumido en dos grandes bloques, en dos grandes voluntades de destino supuestamente antagónicas. Esta reducción supone como hemos dicho una reducción de la posibilidad de conflicto para los estados interiores (los que forman parte clara e indiscutiblemente de uno de los bloques) pero la multiplican para los estados periféricos, aquellos que los bloques se disputan, África, Oriente medio y el sureste asiático.


Con la caída del muro de Berlín y la vuelta al redil capitalista de la U.R.S.S. dividida en las llamadas repúblicas ex-soviéticas, se crea un nuevo escenario; un paso más hacia el modelo global: la estrategia monobloque. Básicamente, el funcionamiento del sistema monobloque es igual al anterior pero con la supresión del bloque comunista y los ajustes que ello implica. Queda un solo bloque (los EE.UU. y sus aliados). Queda un solo sistema político-económico posible (el liberal capitalismo) y se mantiene la periferia, aunque ya no como territorios en disputa (pues ya no hay adversario a quien disputárselos) sino como fronteras por extender, territorios a los que aún no ha llegado el manto civilizador.

Con la desaparición del bloque antagonista, queda vacante el papel del “malo”, que no pudiendo recaer obviamente sobre la potencia dominante (que necesariamente tiene que ser el “gran bueno”) ni sobre ninguno de sus aliados (pues está claro que el amigo del malo ha de ser malo a su vez) tiene que trasladarse a la periferia. Si bien no a toda la periferia, sino a una parte, quedando la periferia dividida en un eje del mal (por usar el término más actual) y una serie de víctimas potenciales necesitadas de protección.

Como de los errores se aprende, el sistema aprendió de la etapa anterior, que si el mal recae sobre un país o países concretos; con la desaparición o redención (que son las dos únicas posibilidades que quedan a los estados periféricos) de dichos estados, queda vacante el papel de “malo”. Para solventar este inconveniente, el sistema sustituye en esta etapa al “malo tangible” por el “malo virtual”; una especie de Phantomas que nadie sabe de dónde viene y nadie sabe adónde va; que se va moviendo por la periferia según los intereses del bloque dominante. Tal es hoy por hoy el papel de terrorismo islámico internacional.


La misión del terrorismo islámico internacional, en la estrategia globalizadora, consiste en dejarse ver allí donde el sistema necesita actuar. Suele tener conexiones en el país que el sistema necesita redimir en un momento dado.

En eso se basa la estrategia globalizadora, en la asimilación de los estados periféricos pasando si es preciso por la destrucción de los gobiernos reticentes.

Pensamiento único e igualitarismo.

En su camino hacia la globalización, el sistema ha recurrido a la estrategia de la indiferencialización del planeta. La estrategia se basa en pulir en lo posible y eliminar si se puede cualquier particularidad cultural, religiosa e ideológica que pudiera sugerir una identidad propia.


Se trata de que los pueblos, a medida que son asimilados al bloque dominante, vayan dejando atrás todo tipo de identidad que los vincule con un sentimiento nacional. Se crea así una especie de “monoteísmo de mercado” que abarca todas las áreas de la vida.


Así, con los años hemos ido conociendo un arte globalizado (tan abstracto que toda seña de identidad del autor ha quedado borrada; que una “obra” producida en Nueva York no se diferencia en nada de una de un artista pongamos por caso de París). Una prensa globalizada, surtida de noticias previamente censuradas por las agencias internacionales. Una televisión globalizada, en la que los formatos se repiten de un país a otro y de un continente al otro. Y por supuesto, una política globalizada, en la que fuera de la democracia liberal-capitalista, no cabe ningún tipo de representación.


Mediante la democracia cerrada de partidos y los distintos sistemas de recuento empleados, se garantiza que “el pueblo soberano” no intervenga para nada en las decisiones políticas del estado. Es de todos sabido, por ejemplo, que quien más votos obtiene, obtiene más financiación para su campaña electoral; y obviamente, quien mayor financiación para su campaña electoral posee, obtiene mayor número de votos; de forma que se crea un círculo cerrado tendente a reducir al máximo el número de partidos con posibilidades efectivas de alcanzar el poder. Las democracias más antiguas, muestran a las claras esta situación que tiende a un bipartidismo, cuando no a un monopartidismo encubierto en el que ambos partidos mantienen sólo diferencias programáticas superficiales, pero hacen la misma política en el fondo una vez en el poder (caso de EE.UU.).


Así, con la democracia capitalista como único sistema, una cultura única, una prensa única y una televisión única, no es difícil preparar el camino hacia un pensamiento único. Pasaron los tiempos en que uno tenía que devanarse los sesos y la conciencia para diferenciar lo bueno de lo malo, lo que está bien y lo que está mal. Basta con ver un poco la televisión para darse cuenta (no hace falta ser muy avispado) de que todos los personajes de la índole que sean (políticos, periodistas, artistas, famosos o famosillos) alaban a cual más y mejor ciertos temas: la democracia, la integración de las minorías, la solidaridad con el tercer mundo, la constitución, la libertad (en sentido abstracto, por supuesto) el feminismo, etc. Ahora bien, los mismos personajes, se rasgan las vestiduras (y hasta se establece una especie de competición por ver quién exagera más el tono) ante las posturas opuestas a los temas anteriores.

Y es que el sistema, para globalizar el pensamiento, necesita de una moral global, de unos conceptos de bien y mal unitarios para todo el bloque, de forma que la opinión pública se muestre siempre más o menos de acuerdo con el sistema al menos en lo esencial.

El sistema, ha aprendido de los monoteísmos. De hecho se ha convertido como ya hemos apuntado más arriba en una especie de “monoteísmo de mercado”. Al igual que para sus maestros los monoteísmos medio-orientales, existe un bien absoluto (Dios) y un mal absoluto (el demonio) que marcan los polos hacia donde se dirigen el bien y el mal relativos (los más o menos buenos y los más o menos malos) el sistema también tiene su bien absoluto (el sistema mismo, la democracia capitalista) y un mal absoluto (el fascismo)(3) de cuyo padecimiento el nos libra.


Este bien y este mal absolutos, llevados al extremo de dogmas de fe, crean un marco de polarización de las ideas tal, que no importan los excesos que cometa el sistema, al final siempre habrá triunfado el bien, y todo quedará perfecto como está.

El bien absoluto, se basa en el carácter universal de la declaración de los derechos humanos. Poco importa que dichos derechos hayan sido redactados por y para el mundo cristiano occidental. La propia declaración de los derechos humanos, le da un carácter universal; de obligado cumplimiento en todo el planeta. El que esta declaración de derechos choque frontalmente con las particularidades culturales de una buena parte de los pueblos del mundo (no hablamos de algunas tribus de África, sino de todo el mundo islámico y parte del oriental) no importa. Más adelante veremos que este choque es precisamente lo que busca el sistema para poder hacer uso de su “derecho de injerencia”.


Se ha creado así un pensamiento único. Un totalitarismo liberal que no acepta ningún particularismo ni ninguna disensión por pequeña que sea. Hay un solo sistema político bueno: el liberal-capitalismo, los otros son todos malos. Hay una sola forma de gobierno: la democracia de partidos, las otras son todas malas (a pesar de que hoy en día, existe un divorcio absoluto entre democracia y libertad. Ambos conceptos han dejado de ser sinónimos; si alguna vez lo fueron, hoy son todo lo contrario). Hay un solo modelo económico: la economía libre de mercado, los demás son todos malos. Y por supuesto, y este tema lo trataremos más extensamente en otro momento, hay una sola religión posible: el fundamentalismo del Antiguo Testamento (alianza de os fundamentalismos judío y evangélico).(4)


El centro y la periferia.

Así, la estrategia de los EE.UU. y sus aliados pretende la fundación de un imperio global integrado por organizaciones internacionales como el FMI, el banco mundial y el G7; todas al servicio de los intereses de multinacionales; basado en un conservadurismo capitalista, cristiano, y excluyente; dividido sólo formalmente en países.

Este centro de poder, obtiene su fuerza de las instituciones antes citadas, y de los países periféricos (aliados) cuya política interior y exterior giran en torno al centro de poder.

Nos queda para completar el panorama mundial, aquellos estados que se sitúan extramuros; los que por no querer o no poder diluirse en la periferia, están virtualmente excluidos del gobierno mundial, y quedan condenados a un tercermundismo crónico. Huelga decir que ningún país importante, por potencia o por recursos, quedará fuera del plan global. Todo territorio potencialmente útil, será globalizado de grado o por la fuerza. Los “extramuros” están reservados a países que simplemente no interesan.

Los requisitos para formar parte de la periferia están claros:


1º Inmovilismo institucional. La periferia, acepta la democracia en su forma occidental como único sistema de gobierno posible; y el capitalismo como único sistema económico.

2º Cesión de soberanía. La periferia renuncia a toda política autónoma, al menos en lo que a política exterior y defensa se refiere. Las relaciones exteriores se marcan desde el centro; y desde el centro se decide con quien se mantienen buenas relaciones y con quien no. En cuanto a la defensa, la periferia renuncia a la estrategia de defensa de su territorio, y organiza sus fuerzas armadas de acuerdo al plan estratégico global; en virtud del cual, se decide que tecnologías se le permiten a cada miembro y que potencial puede alcanzar.

3º Reconocimiento del derecho de injerencia. El centro se reserva el derecho a intervenir en cualquier lugar donde crea que los derechos humanos están amenazados. La amenaza que los derechos humanos representan para la tradición y la cultura de una buena parte de la población mundial, no importa; los “derechos humanos” no incluyen el derecho a la libertad de conciencia si ésta choca con los mismos, es decir, si se aparta de la conciencia cristiano-occidental. Esta frontera, marca el derecho del centro a la intervención militar civilizadora en los países de extramuros. La periferia no puede sino asentir y callar.

4º La “ayuda humanitaria”. Lo que antes era tarea de la Cruz Roja y otras organizaciones similares, ahora queda en manos del poder central. Se intervendrá humanitariamente en aquellos lugares donde sea necesario. Dicha intervención, de carácter militar, sigue la estrategia de “atacar a las causas”. Las causas, normalmente son gobiernos, organizaciones o guerrillas molestos para el sistema. Los ejércitos “en misión humanitaria” permanecerán en el territorio ocupado “ayudando” tanto tiempo como se considere necesario.


El ciudadano virtual y la guerra virtual:


Para la consecución de sus fines globalizadores, el sistema ha sembrado en la ciudadanía, un humanismo exacerbado. La justificación de todo el sistema siempre fueron los “derechos humanos”, la defensa de la paz y la justicia; “un mundo para todos donde todos podamos vivir mejor”. Todos los valores antaño superiores (patria, familia, religión) han sido sometidos al imperio del “ser humano”. El ciudadano del siglo XXI, civilizado, acostumbrado a las comodidades de la cultura del bienestar; desideologizado, llevado a un pacifismo casi total, hacia un inmovilismo no pensante; convertido en un ciudadano virtual de triple funcionalidad (trabaja – consume – vota) soporta mal el olor de la sangre (sobre todo de la propia).


Pero lo cierto es que el sistema necesita aún de los conflictos armados. Llámese intervención en defensa de los derechos humanos, llámese intervención humanitaria en un conflicto armado, el hecho es que el sistema necesitará durante mucho tiempo aún de conflictos que chocan con la conciencia del ciudadano virtual, para quien la vida humana (menos aún la propia) no se puede sacrificar por nada.

Se precisa entonces un nuevo tipo de guerra. Un ciudadano virtual, sólo puede soportar una guerra virtual. Una guerra virtual es una guerra fundamentalmente tecnológica. Una estrategia basada en operaciones de bombardeo quirúrgico que se realizan especialmente de noche; que en virtud de la ausencia de capacidad de respuesta del agredido, no produce bajas (o produce muy pocas).


Para el agredido, por supuesto, la guerra virtual resulta tan destructiva y aterradora como la guerra convencional, pero para el observador, para el ciudadano de la periferia, mero televidente, las imágenes servidas en los telediarios, más bien borrosas, en un tono verdoso de lucecitas que vienen y van; son lo bastante asépticas para que no produzcan apenas reacción(5).


Los bombardeos selectivos, cuya función primordial es la de desarticular los sistemas electrónicos y de comunicaciones del agredido, así como sus defensas más fuertes, son el paso previo a la ocupación del territorio por parte de las fuerzas de tierra. Es preferible que la ocupación se haga después de que los bombardeos masivos hayan hecho entrar en razón al agredido, y la capitulación sea efectiva; pero si esto no es posible, la entrada de tropas se hará por parte de cuerpos de élite apoyados por artillería y carros de última generación que reducirán los últimos núcleos de resistencia enfrentándose valientemente a soldados de kalasnikov y alpargatas.



Elementos de resistencia: Las nuevas fronteras.


Pero el gobierno mundial encuentra resistencias; existen grandes núcleos que se niegan a ser globalizados; y ello fundamentalmente porque la ideología global, no proviene de un consenso entre los diferentes bloques.


La ideología global no es el resultado de una especie de sincretismo entre las diferentes ideologías del mundo; sino que es la impostura de una cosmovisión por la fuerza. En relativamente poco tiempo, hemos pasado de un mundo altamente polarizado, a la hegemonía de un solo polarizador.

Entre los elementos que resisten a la ideología global, el principal es el fundamentalismo islámico, que resiste pertinazmente aunque con poco éxito debido a la desunión del mundo árabe. Cabe decir que el conflicto que en Oriente Medio llevamos tantos años viviendo, es la resistencia del fundamentalismo islámico ante el fundamentalismo judeo–evangélico delAntiguo Testamento.

Vamos a mencionar aquí, aunque no sea genuinamente un grupo de resistencia, a los llamados grupos antiglobalización. De ideología fundamentalmente marxista y/o ecologista, estos llamados grupos antiglobalización, confunden el capitalismo con la globalización. En realidad son grupos anticapitalistas. Denuncian los excesos de gobiernos y multinacionales. Denuncian la explotación de los países de extramuros, la fuga de recursos hacia el centro de poder, denuncian incluso en cierta medida la invasión cultural; pero también son igualitarios, anti-nacionalistas y se oponen a las “bárbaras practicas” de ciertos países cuyas particularidades culturales ofenden su sensibilidad de burguesito occidental.

Y es que el sistema ha dado con barreras que se oponen al proyecto global; puntos de fricción que enfrentan a este proyecto con ciertos sectores de población; y todo porque los valores que se pretende hacer pasar por universales, son de factura cien por cien occidental. Algunas de estas barreras son:


a.- La barrera étnica. Que se manifiesta primero en la imposibilidad del igualitarismo (dos cosas diferentes son diferentes por mucho que se diga que son iguales) y, consecuencia de la anterior, la imposibilidad de la integración.

El sueño de la integración de las minorías étnicas en el seno de las comunidades occidentales es solamente eso: un sueño. La política de integración fracasa desde el primer momento. Y fracasa en primer lugar, por la escasa voluntad (e incluso diría resistencia) de las minorías a la integración (falta de entusiasmo que es al fin lo único que tienen en común los autóctonos y los alógenos) En Europa, por supuesto no se ha conseguido; pero si tomamos el ejemplo de los Estados Unidos, sociedad decana en la multirracialidad, vemos cómo también la integración se nos revela imposible. En las ciudades de los Estados Unidos, las minorías han caído como aceite en el agua. No encontramos integración sino ghettos.Little Italy, China Town, barrios negros, barrios hispanos, barrios irlandeses, barrios judíos, y por supuesto guerra en las fronteras. Lo mismo ocurre en Londres, y lo mismo va camino de ocurrir en París. Es un hecho.

b.- La barrera cultural, formada por los sentimientos nacionalistas y los particularismos culturales que crecen más cuanto más se pretende igualar a la población mundial. Si bien en Occidente, esta defensa de los particularismos culturales se muestra más light, en Oriente Medio se ha convertido en un verdadero problema. Cuanto más se intenta globalizar al mundo árabe, más se radicaliza éste en su islamismo; hasta el punto que se ha visto obligado el sistema al uso más brutal de la fuerza, interviniendo “humanitariamente” de la forma que ya hemos explicado. La base de la resistencia cultural, se basa en que como ya hemos dicho, los valores que Occidente pretende pasar por universales, no lo son de ningún modo; no se han tenido en cuenta para nada los valores de los pueblos excluidos. Repetimos: no se trata de un sincretismo de valores; se trata de la imposición de los valores llamados “occidentales” a escala global.


c.- La barrera religiosa. Mientras que en Occidente hemos asistido a una progresiva secularización de la sociedad (cosa que va muy bien al proceso globalizador), entre los excluidos encontramos el fenómeno contrario. En el llamado tercer mundo, se produce una reacción de reagrupamiento en torno a la religión como forma de resistencia a la estrategia global.

Así, el mundo secularizado occidental, ha iniciado una guerra contra el mundo religioso oriental (fundamentalmente islámico); guerra cuyo objetivo es la secularización de los pueblos islámicos, objetivo que ya se ha conseguido casi totalmente en algunos casos (Egipto, Marruecos, Argelia (6) entre otros) dividiendo al mundo islámico en países aliados y enemigos de los EE.UU.

Conclusión:


El mundo está perdiendo su configuración multipolar. Hemos pasado de las naciones a los bloques y de los bloques al mundo monopolar. En el camino estamos dejando cosas tan importantes como la nacionalidad, la identidad cultural, la soberanía, y el concepto de pueblo. También la identidad personal (frente al individuo-masa), la capacidad y la voluntad de construir y crear y los ideales que antaño inflamaban los corazones de la gente. El mundo globalizado traerá un nuevo orden internacional de eficacia económica y de individuos sin alma. Seguramente un nuevo orden donde los conflictos sean menos frecuentes y en su estadio último reine la paz; pero será la paz de los cementerios.

Notas:


1. El banco de España, nació en 1782 con el nombre de Banco de San Carlos, y no recibió su actual denominación hasta 1856, sin que se modificara su carácter privado. Desde su fundación, el banco de España ha disfrutado en exclusiva la facultad de emitir moneda, a pesar de tratarse de una entidad privada.

2. No añado eso de “los buenos” y “los malos” con ánimo de insultar al lector con un simplismo infantil. Más adelante se verá hasta qué punto tiene importancia esta definición buenos-malos en la estrategia global; e incluso explicaremos cómo en parte, la estrategia globalizadora depende la existencia no sólo de buenos y malos sino de el bien y el mal absolutos.

3. No confundir el fascismo en el sentido aquí aplicado, con la ideología política fundada por Mussolini en la Italia de los años 20. Fascista, para el sistema significa “cualquiera que se oponga a la dictadura liberal-capitalista”, mientras que para las cabezas pensantes (y no pensantes) de la prensa y la cultura, fascismo significaría “insulto gordísimo aplicable a todo aquel que no piensa como es debido”. A menudo, la palabra “fascismo”, se utiliza en una tercera acepción: como eufemismo para el verdadero mal absoluto, un horror tan descomunal, que sólo nombrarlo produce escalofríos; el Nazismo.


4. Esta alianza de fundamentalismos, supone un poder tal, que explica por sí sola el vasallaje de los EE.UU. hacia Israel (la tierra prometida) a pesar del mayor potencial económico y militar del primero.

5. Guerras virtuales fueron por ejemplo, la primera guerra del golfo y el conflicto de Yugoslavia.


6. El caso de Argelia, es notable por manifestar cómo el sistema se ha de transgredir a sí mismo para evitar futuras transgresiones. Los comicios de 1992, dieron como claro vencedor al FIS (Frente Islámico de Salvación) Partido integrista islámico. Con el beneplácito del sistema, dichos comicios fueron anulados y el FIS ilegalizado, lo que originó una larga temporada de tumultos y revueltas. El sistema democrático, apoyó la ilegalización de un gobierno democráticamente legítimo y la impostura de un gobierno ilegal, pero eso sí, títere de Occidente.
 Europae.

ERNST JÜNGER- LAS MEMORIAS DE UN GUERRERO






Comentario sobre EL TRABAJADOR, Ernst Jünger

EL TRABAJADOR.Dominio y Figura. Ernst Jünger.Tusquets Editores.


Principal ensayo del siempre polémico, incomprendido o mal entendido genio de Heidelberg. Publicado originalmente en 1932 la obra no se ha sustraido a una serie de revisiones por su autor adaptando ciertas reflexiones a secuencias vitales cuya magnitud es imposible de menospreciar. El vigor intelectual, el futurismo de sus planteamientos, así como la altura insospechada de una perspectiva que resulta desconcertadora para aquellos que no están preparados para la visión de horizontes nunca explorados, configuran la actual vigencia de esta obra. Incluso sigue aportando claves para lo que será el desarrollo de la modernidad en el siglo XXI.

El Trabajador” no permite definirse ni encasillarse en ningún espacio predefinido pero podemos aceptar el término utilizado normalmente por la crítica de “metapolítica” dada la amplitud de significación del término. Jünger explora campos que nunca habían sido tocados por el pensamiento al menos en la perspectiva futurista y dentro de la más pura esencia del pensamiento europeo y faustico.

El Trabajador, como figura, no como estamento ni clase social sinó como totalidad destinada a dirigir y conquistar el futuro omnimodamente como función imperial en una nueva perspectiva de la dinámica más alla de toda interpretación científica penetrando en el terreno de la metafísica (en el sentido Tradicional no filosófico). Con la crisis de la individualidad que ya era latente a mediados del siglo pasado y que hoy en día ya esta totalmente consumada emerge la figura esencial del Trabajador, que junto al “Soldado desconocido” y al “Emboscado” forman la trilogía de las grandes figuras esenciales jüngerianas. No sin cierta osadía se puede emparentar el carácter de “figura” con el de “arquétipo” como concepto psicoanalíticoexpuesto por Jung aunque esta comparación sólo nos sirve para ayudar a vislumbrar su esencia. A diferencia de este el Trabajador tiene como atributo fundamental la totalidad, la “movilización total” concepto importantisimo en el pensamiento de Jünger y que nos sirve para entender acontecimientos que se desarrollaron en la Europa de entreguerras. Nada se sustrae al Trabajador creando y ampliando campos de poder, el mundo de “Trabajo”, más allá de la acción o de la contemplación. Forman parte del mundo de Trabajo tanto la obra industrial como la poética o religiosa siendo propia la nueva jerarquía de valores que permitirá unha nueva relación del Trabajador con la técnica, la ascesis de Trabajo. La irrupción de esta figura causará irremediablemente el fin de la era burguesa porque el lenguaje del Trabajador ya no participa de la truculenta dialéctica burguesa que supo durante siglos absorver y cauterizar todo aquello que significara oposición, inseguridad, incomodidad.

Jünger esboza un orden grandioso, épico, emparentado con las grandes epopeyas donde el hombre que renunciando a su individualidad burguesa encarna y transparenta en sí la figura del Trabajador convirtiéndose en “Tipo” de la figura, donde su libertad consiste en su sacrificio voluntario en pos del orden superior, es decir la libertad transfigurada en necesidad, o mejor aun (siendo Jünger legítimo heredero del “viejo cabeza de pólvora”) en “voluntad de poder” donde adquiere singnificado la transfiguración de los valores.

Recomendamos como lectura introductoria a la obra de Jünger “Tempestades de Acero” (Tusquets, colección andanzas-53) diarios de la primera guerra mundial. En esta obras se percibe la génesis fundamental del pensamiento de Jünger. Es en la vivencia de la guerra como experiencia interior donde se pueden alcanzar cotas de valor y aperturas a dimensiones nunca vislumbradas a través del puro intelectualismo. “¡Loor a esos caídos que fueron despedazados por la horrenda soledad del amor o del conocimiento, y loor también a esos otros que fueron abatidos por el acero en las incandescentes colinas del combate!” Fragmentos como este podrían estar firmados por aquellos poetas-caballeros del medievo de los cuales fue Wolfran von Eschembach con su “Parzival” uno de los mas conocidos.
G.R.L.C.

De: http://identidadeetradizon.blogspot.mx/2010/09/comentario-sobre-el-trabajador-ernst.html

lunes, 4 de enero de 2016

LA FILOSOFÍA DE ROGER BACON: EL ORIGEN DEL PENSAMIENTO CIENTÍFICO

-El Opus Maius (1267)

Dividida en siete partes, la obra magna de Roger Bacon contiene análisis y reflexiones sobre temas diversos, no sólo filosóficos; como se puede imaginar viniendo de una figura tan interesada en aspectos científicos, la ciencia también tiene su cabida en ella.

En la Primera Parte (seguimos aquí a Frederick Copleston en su estudio de esta obra, recogido en el segundo volumen de su Historia de la Filosofía, págs. 429-432, Ariel, Barcelona), sin embargo, se trata la cuestión de la ignorancia y la verdad. Según Bacon, que fracasemos en la búsqueda de la verdad obedece a cuatro causas, a saber: someterse a una autoridad inmerecida (como lo eran, según Bacon, Alejandro de Hales y Alberto Magno, como hemos dicho más arriba), la influencia de los hábitos, los chauvinismos populares y el exhibir un conocimiento aparente para ocultar la ignorancia. A veces se mezclan todas ellas, como cuando se reconoce como verdadero algo que dijo Aristóteles y se expresa como muestra de conocimiento propio que sólo enmascara la ignorancia. Sin embargo, Aristóteles fue corregido por Avicena, y éste lo fue a su vez por Averroes, con lo cual, nadie está exento, por talentoso que fuere, de ser superado en algún momento.

La Segunda Parte no es novedosa en principio: Bacon recalca que la verdad, toda verdad, se halla en las Sagradas Escrituras. Ahora bien, para entender éstas se requiere de la filosofía y del derecho canónico. Ni la razón ni la filosofía (que se basa en aquella) deben ser condenadas, pues la razón es de Dios. La filosofía se propone acercar al hombre al conocimiento y ponerlo al servicio de Dios, y la moral es la cumbre de la filosofía. Bacon reconoce que el paganismo, su moral y sus ciencias especulativas era inadecuadas y burdas, y que sólo gracias al cristianismo encontraron el complemento y la guía. No obstante, fueron los filósofos paganos los que ayudaron a redescubrir la filosofía, una vez superada la época de depravación humana. La filosofía les fue revelada a los Patriarcas, pero en los tiempos oscuros casi se perdió. Los paganos, al menos en parte, colaboraron en su restitución, el más importante de los cuales fue Aristóteles. Lo que propone Bacon es reconocer que hay que emplear la sabiduría pagana de modo inteligente, es decir, “sin condenarla y rechazarla con ignorancia, pero también sin adherirnos servilmente a tal o cual pensador particular” (Copleston, op. cit).. Toda verdad es útil, no sólo la teológica, porque en última instancia toda verdad, sea de la clase que sea, conduce a Dios.

La cuestión del lenguaje se abarca en la Tercera Parte, donde Bacon hace hincapié en el estudio científico de las lenguas, dado que para interpretar y traducir con corrección las Sagradas Escrituras es vital un óptimo conocimiento del hebreo y el griego. Además, esto permite corregir los manuscritos, y es muy valioso contar con buenas traducciones de las obras clásicas.

Para la Cuarta Parte Bacon estudia las matemáticas, que son algo así como la puerta de entrada a todas las demás ciencias. Las matemáticas se aprenden con más facilidad que otras disciplinas científicas, y sin su correcto manejo no podemos afrontar con garantías la astronomía, pero tampoco la lógica y la gramática, que en parte dependen de la matemática. Es más, incluso la propia teología se puede ver afianzada gracias a ella, porque ayuda en problemas cronológicos de la Escrituras, en físicos (el tamaño de la Tierra en relación con el Universo, por ejemplo). A continuación, Bacon ofrece reflexiones sobre la luz, la forma esférica terrestre, eclipses y mareas, además de menciones acerca de geografía y la astrología. Ésta última, nos dice, revela con razón que los movimientos de los cuerpos celestes “afectan a los acontecimientos terrestres y humanos, e incluso producen disposiciones naturales en los seres humanos, pero no destruyen el libre albedrío” (Copleston).

Prosigue Bacon estudiando cuestiones científicas en la Quinta Parte del Opus Maius, esta vez referida a la óptica: cómo se estructura la visión, la visión, los fenómenos de refracción y reflexión, etc. Pero lo más interesante de esta parte es la sugerencia del Doctor Mirabilis, de que “podría elevarse espejos en lugares altos para que pudieran observarse los trazados y los movimientos de un campamento enemigo, y que, valiéndonos de la refracción, podríamos hacer que las cosas pequeñas parecieran grandes y que objetos distantes parecieran próximos” (Copleston). De este modo, aunque no parece haber pruebas de que lo construyera en efecto, Roger Bacon tuvo en mente la idea del telescopio.

La Sexta Parte está orientada hacia la ciencia experimental. Mediante la razón nos podemos acercar a una conclusión verdadera, pero se precisa de la experiencia para la confirmación de la misma. Hay muchas creencias que se refutan por la experiencia, de la cual hay dos clases: en una primera empleamos los sentidos corporales, instrumentos o testimonios, y sirve para todo tipo de propósitos: prolongar la vida, fabricar sustancias nuevas, etc.; en la segunda, la experiencia de cosas espirituales, a través de la gracia, nos lleva a la verdad, hasta alcanzar el estado místico.

Como colofón al Opus Maius, su Séptima Parte está centrada en la filosofía moral, superior a las anteriores actividades en tanto se vincula con las acciones por las que somos buenos o malos y da enseñanzas a los hombres para sus relaciones con Dios y sus prójimos. Bacon analiza la moralidad cívica y la personal, recogiendo los fundamentos para aceptar la religión cristiana. Todo cristiano asume la revelación, pero al tratar con no cristianos es preciso recurrir a la razón, pues no se puede apelar sin más a la autoridad para convencerles.

-Final

Como nos ilustra Copleston, Bacon “a pesar de su respeto por Aristóteles, no es infrecuente que le interprete torcidamente e incluso que le atribuya doctrinas que ciertamente nunca sostuvo”. Dada su insistencia y “devoción” por la ciencia experimental, en el avance de la astronomía por medio de las matemáticas y en las aplicaciones prácticas de las investigaciones científicas, y por su amplitud de intereses y profundidad de estudios, a Bacon se le puede considerar como “un heraldo de los tiempos futuros... puso el dedo en muchos puntos débiles de la ciencia de su tiempo, así como de la moral y de la vida eclesiástica contemporáneas”; tenía, añade Copleston, “la conveniente agilidad intelectual para ver la posibilidad de su desarrollo y aplicación [de sus teorías científicas], y tuvo una vigorosa intuición del método científico, de la combinación de deducción e inducción”.

Sin embargo, hay quienes opinan que se exagera a veces esta personalidad científica de Roger Bacon. Por ejemplo, G. Sinkler, en su artículo sobre Bacon para el Diccionario Akal de Filosofía, señala que “no debe pensarse, sin embargo, que Roger Bacon fuera un buen matemático o un buen científico natural. Aparentemente, nunca estableció un solo teorema o demostración matemática, tampoco se le puede considerar un buen árbitro en temas de astronomía y tuvo una elevada consideración de la alquimia, pues creía que los metales básicos podían ser transmutados en oro y plata”.

En todo caso, nos valemos para finalizar de Nicolás Abbagnano, que en su Historia de la Filosofía sintetiza y resume el modo de pensar y experimentar del Doctor Mirabilis. Reproducimos una extensa cita, porque no se podría expresar mejor: “Así, el experimentalismo de Bacon, de acuerdo con el espíritu agustiniano, del que está completamente impregnado y dominado, concluye en el misticismo. La conclusión arroja luz sobre las premisas. El experimento baconiano está todavía cargado con el carácter mágico y religioso de las investigaciones de los alquimistas y de los magos. Bacon lo ha vuelto a llevar al agustinismo y lo ha interpretado a la luz de la doctrina de la iluminación divina. Pero con ello ha confirmado su carácter místico y religioso, porque le ha reconocido un fundamento trascendente, la revelación directa de Dios. Y, sin embargo, no es posible dejar de reconocer en esta extraña figura de fraile franciscano, alquimista y místico, experimentador y teólogo, el carácter de un precursor de la ciencia moderna. En primer lugar, por el valor que ha dado a la investigación experimental; en segundo lugar, porque ha reconocido que la disciplina de la investigación, su lógica interna, son las matemáticas. Todo el poder de la lógica depende de las matemáticas… Solamente en las matemáticas hay la demostración verdadera y poderosa y solamente en ellas se puede llegar a la verdad plena sin error y a la certeza exenta de duda. Solamente por medio de las matemáticas pueden las otras ciencias constituirse y hacerse ciertas. Son éstas las tesis fundamentales sobre las cuales ha nacido y se ha desarrollado, desde Galileo en adelante, la investigación científica moderna”.

¿Qué es un rebelde? ¿El rebelde nace o se hace? ¿Existen diferentes tipos de rebeldes?



¿Qué es un rebelde? ¿El rebelde nace o se hace? ¿Existen diferentes tipos de rebeldes?

Es posible ser indómito intelectualmente, ser irritante para el rebaño, sin llegar a ser un rebelde de verdad. Paul Morand (un diplomático y novelista célebre por su antisemitismo y su colaboracionismo en la Francia de Vichy) es un buen ejemplo de ello. En su juventud, él era algo parecido a un espíritu libre bendecido por la fortuna. Sus novelas eran exitosas. Pero no había nada rebelde, ni siquiera desafiante en ello. Simplemente había sido por haber elegido el bando de la Revolución Nacional entre 1940 y 1944, por ser persistente en su oposición al régimen de postguerra y por sentirse como un proscrito que se construye la figura rebelde que todos conocemos de él a través de sus “Diarios”.

Otro ejemplo de este tipo, aunque bastante diferente, es Ernst Jünger. A pesar de ser el autor de un importante tratado rebelde durante la Guerra Fría, Jünger nunca fue en realidad un rebelde. Un nacionalista en un periodo de nacionalismo; un excluido, como la mayoría de la alta sociedad, durante el Tercer Reich; vinculado a los conspiradores del 20 de Julio, aunque en principio opuesto a asesinar a Hitler. Básicamente por motivos éticos. Su trayectoria al margen de la moda le convierte en un “anarca”, la figura que él inventó y de la que él fue a partir de 1932 su representante perfecto. El anarca no es un rebelde. El anarca es un espectador que desde lo alto observa lo que ocurre en el fango de la superficie.

Totalmente opuesto a Morand y a Jünger se encuentra el poeta irlandés Patrick Pearse, que fue un autentico rebelde. Él puede ser descrito como un rebelde de nacimiento. Desde joven ya se sentía atraído a la larga historia de rebelión de Erin (Eire). Posteriormente se asoció al Resurgimiento Gaélico, que yacía en la base de la insurrección armada. Miembro fundador del primer IRA, fue el verdadero líder del Alzamiento de Pascua de 1916 en Dublín. Este fue el motivo por el que fue disparado. El murió sin saber que su sacrificio seria la inspiración que llevaría a la victoria de su causa.

Un cuarto ejemplo, también radicalmente diferente, es Alexander Solzhenitsyn.  Hasta su arresto en 1945, había sido un soviético leal que raramente cuestionó el sistema en el que había nacido y que había cumplido lealmente su deber durante la guerra como oficial de reserva del Ejército Rojo. Su arresto y su posterior descubrimiento del Gulag y de los horrores que ocurrían allí desde 1917 provocaron un giro total, llevándole a combatir un sistema que con anterioridad había aceptado ciegamente. En este momento es cuando se convierte en un rebelde – no solo contra el Comunismo, sino también contra la sociedad capitalista, pues consideraba que ambos sistemas eran igual de destructores de la tradición y opuestos a formas de vida superiores.

Las razones que convirtieron a Pearse en un rebelde no eran las mismas que las de Solzhenitsyn. En este último caso fue el shock de determinados eventos, seguidos de una heroica lucha interna, lo que le convirtieron en un rebelde. Lo que ambos tienen en común, lo que ellos descubrieron a través de diferentes caminos, era la total incompatibilidad entre su ser y el mundo en que les había tocado vivir. Esta es el primer rasgo del rebelde. El segundo es su rechazo del fatalismo.

 ¿Cuál es la diferencia entre rebelión, revuelta, disidencia y resistencia?

Revuelta es un movimiento espontáneo provocado por una injusticia, una ignominia o un escándalo. Hija de la indignación, la revuelta raramente se mantiene. La disidencia, como la herejía, es una ruptura con una comunidad, ya sea política, social, religiosa o intelectual. Sus motivos son a menudo circunstanciales y no necesariamente llevan una lucha implícita. Respecto a la resistencia, mas allá del sentido mítico que alcanzó durante la guerra, significa la oposición de uno, incluso oposición pasiva, a un sistema o fuerza particular, simplemente y nada más que eso. Ser rebelde es algo más.

¿Cual es, entonces, la esencia de un rebelde?

Un rebelde se alza contra todo aquello que considera ilegítimo, fraudulento o sacrílego. El rebelde sigue su propia ley. Esta es su característica distintiva. Otro rasgo que le distingue es su voluntad para comprometerse en la lucha, incluso cuando no hay esperanza de éxito. Si lucha contra un poder, es porque rechaza su legitimidad, porque cree en otro tipo de legitimidad, la del alma o la del espíritu.

¿A quién pondrías como modelo de rebelde histórico o literario?

La Antígona de Sófocles es el primer ejemplo que me viene a la cabeza. Con ella entramos en un espacio de legitimidad sagrada. Ella es una rebelde fuera de lealtad. Ella desafía los decretos de Creonte debido a su respeto por la tradición y por la ley divina (enterrar a los muertos), el cual Creonte viola. No importa si Creonte tiene o no razones; eso es sacrilegio. Antígona se ve a sí misma justificada en su rebelión.

Es difícil elegir entre otros muchos ejemplos… Durante la Guerra de Secesión, los yanquis designaron a sus adversarios confederados como rebeldes: “rebs”. Esto fue buena propaganda, pero no era cierta. La Constitución Americana implícitamente reconocía el derecho de los estados miembros a separarse. Las formas constitucionales habían sido mucho más respetadas en el Sur. Robert E. Lee nunca se vio a sí mismo como un rebelde. Tras su rendición en Abril de 1865, trató de reconciliar Norte y Sur. Sin embargo, en ese momento, surgieron los verdaderos rebeldes, aquellos que siguieron la lucha contra el ejército de ocupación del norte y sus colaboradores.

Es cierto que estos rebeldes cayeron en el bandidaje, como Jesse James. Otros transmitieron a sus hijos una tradición que ha tenido una gran posteridad literaria. En Los Invictos, una de las novelas más bonitas de Faulkner, existe, por ejemplo, una descripción fascinante de un joven simpatizante confederado, Drusilla, que nunca dudó de la justicia de la causa del sur o de la ilegitimidad de los vencedores.

¿Cómo se puede ser rebelde en la actualidad?

¡Cómo no serlo! Existir es desafiar todo lo que te amenaza. Ser rebelde no es acumular una biblioteca de libros subversivos o soñar con conspiraciones fantásticas o con echarse al monte. Es crear tu propia ley. Encontrar en ti lo que vale únicamente. Asegurarse de que nunca te “curarás” de tu juventud. Preferir alzar a todo el mundo contra los muros antes que permanecer tumbado. Tomar todo aquello que puede ser convertido en tu ley, sin preocuparse de las apariencias.

En cambio, yo nunca pensaría en cuestionar la inutilidad de las batallas aparentemente perdidas. Piensa en Patrick Pearse. También he hablado de Solzhenitsyn, que personifica la espada mágica de la que habla Jünger, “la espada mágica que hace que temblar al tirano.” En esto Solzhenitsyn es único e inimitable. Pero este poder se lo debemos a alguien que fue menos grande que si mismo. Esto tendría que ser el espejo en el que mirarnos. En Archipiélago Gulag, Solzhenitsyn cuenta la historia de su “revelación.”

En 1945 él estaba en una celda en la prisión de Boutyrki, en Moscú, junto a una docena de prisioneros cuyas caras estaban demacradas y sus cuerpos destrozados. Uno de los prisioneros, sin embargo, era diferente. Era un viejo coronel del Ejército Blanco, Constantin Iassevitch. Había sido encarcelado por su papel durante la Guerra Civil. Solzhenitsyn comenta que el coronel nunca habla de su pasado, pero en cada faceta de su ser era obvio que la lucha no había acabado para él. A pesar del caos que reinaba en el espíritu de los otros prisioneros, el mantenía una visión del mundo que le rodeaba clara y decisiva. Esta disposición le daba a su cuerpo una presencia, una flexibilidad, una energía que desafiaba a los años. Él se duchaba en agua helada cada mañana, mientras que el resto de prisioneros cada día eran más apestosos y mas quejicas.

Un año después, tras ser enviado a otra prisión de Moscú, Solzhenitsyn se enteró de que el coronel había sido ejecutado.

“Había sido visto a través de los muros de la prisión con ojos que permanecían jóvenes perpetuamente… Esta lealtad indómita a la causa por la que había luchado le había dado un poder muy poco común.”

Al pensar en este episodio, yo me digo a mi mismo que nosotros no podemos ser otro Solzhenitsyn, pero que está dentro de nosotros poder emular al viejo coronel del Ejército Blanco.

Traducción al español hecha por Cultura y Geopolítica  de la entrevista a Dominique Venner publicada en la web Counter Currents.